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Alteración del ritmo intestinal (y V). Diarrea crónica

En esta última entrega de las alteraciones del ritmo intestinal vamos a dar una pinceladas sobre los pacientes que habitualmente van «muy ligeros» al baño, quizás por demás, pero de manera habitual. Hemos de distinguir entre aquellas personas que aludíamos en la entrada anterior, los que dicen ver en las deposiciones lo que han comido apenas unas horas después de haberlo comido, y quienes tan sólo comentan sin inmutarse que habitualmente hacen más de tres deposiciones al día, casi siempre de consistencia blanda, durante años. Esta distinción es importante porque los primeros suelen ver su condición como patológica mientras que los segundos, puesto que se trata de un comportamiento habitual de sus intestinos, les parece que debe ser lo normal.
Como siempre, el médico ha de tratar estos casos de forma individualizada y buscando tras lo que cuenta el paciente algún dato que le haga sospechar de algo patológico, anormal. La existencia de algo patológico no necesariamente implica que sea algo grave, pero puede ser un padecimiento que quizás tenga tratamiento, solución total o parcial. Entre la patología orgánica que conviene descartar ante un paciente que refiere diarrea crónica está la enfermedad celíaca, disfunción tiroidea, parasitación o infestación intestinal, pancreatitis crónica (insuficiencia pancreática), o pólipos vellosos en el colon u otros tumores, sin olvidar la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa), alergias alimentarias o intolerancia a lactosa o fructosa. Otras enfermedades más raras como la de Whipple o colitis microscópicas (linfocítica o colágena) también se deben indagar. Al ser tan extensa la lista de enfermedades que pueden causar diarrea crónica, conviene que un especialista analice el caso.
Muchas veces y tras este riguroso estudio, se descartan las enfermedades orgánicas que podrían causar diarrea crónica y nos quedamos con el paciente que ahora vamos a analizar, el que hace deposiciones con excesiva frecuencia y generalmente de consistencia blanda o líquida.
La tendencia más habitual de los médicos ante estos casos de diarrea crónica es, aparte de recomendar dietas con productos astringentes (arroz, plátano, manzana,etc.) -cosa que a menudo ya hace el paciente y de lo cual está aburrido- es prescribir fármacos antidiarreicos siendo el más habitual la loperamida (Fortasec). Se trata de un fármaco emparentado con los opiáceos pero sin acción analgésica y que no genera más adicción que la que puede derivarse de su beneficio sobre la diarrea, pues el paciente que ve disminuir su tránsito intestinal con el consumo de loperamida se aferra a este fármaco por su utilidad. Los opiáceos, entre sus efectos secundarios, provocan estreñimiento porque ralentizan el movimiento intestinal, la peristalsis. Con esta finalidad también se han empleado derivados de tintura de opio o un opiáceo menor muy conocido que es la codeína.
También hay que señalar que, por extraño que parezca, algunos casos de diarrea, sobre todo si es líquida, mejoran con suplementos de fibra. Recordemos que la fibra es un regulador del ritmo intestinal y si bien casi siempre se asocia su indicación con el estreñimiento, también es útil como retentivo para los pacientes que tienen urgencia defecacional.
Algunas estrategias terapéuticas se aplican aprovechando el efecto secundario de algunos fármacos. Es conocido que los antidepresivos tricíclicos suelen producir estreñimiento y el empleo de dosis bajas de amitriptilina (Tryptizol) puede ser útil. También hay quien ha visto que los inhibidores de la recaptación de serotonina (Citalopram, Sertralina, Paroxetina, y muchos más) pueden disminuir el ritmo peristáltico sobre todo cuando se asocia a estrés. Como también pueden ser eficaces fármacos que relajan en músculo liso intestinal para que no se contraiga con tanto vigor, como las benzodiacepinas (Valium, Lexatin, etc). Y más específico para el intestino, es el empleo de fármacos antagonistas de los receptores dopaminérgicos D2 como el levosulpiride.
En general, cuando el tránsito intestinal está acelerado sin causa aparente (que hayamos descubierto con las diferentes pruebas diagnósticas) etiquetamos al paciente de una diarrea funcional (o primaria, o esencial o criptogenética, que todo significa lo mismo: que no sabemos de qué le viene). Solemos pensar que hay por medio un componente estresante que influye en que las tripas se muevan más deprisa y empleamos diferentes medidas farmacológicas para frenarlas un poco. Con frecuencia muchos de estos pacientes se considera que tienen un síndrome de intestino irritable con tendencia a la diarrea.
En algunos pacientes en los que incluso se ha descartado por toma de biopsias las llamadas «colitis microscópicas» se ha visto que el empleo de dosis muy bajas de esteroides pueden ser eficaces para detener unas diarreas habituales que no pudieron ser controladas con otras medicaciones. Y así, la repuesta a 5 mg de prednisona puede sugerir que en la mucosa intestinal el sistema inmunológico está teniendo un papel importante en la peristalsis.
Una vez más, ante un cuadro de alteración del ritmo intestinal, sea por exceso o por defecto, lo primero que debemos hacer es descartar que sea consecuencia de alguna causa orgánica. Hay que acudir al médico para que valore la necesidad o conveniencia de hacer una endoscopia digestiva para descartarlo. Pero una vez hecho esto, no debemos quedarnos aquí pues el paciente aguarda una respuesta más allá del desconsolador «usted no tiene nada». Porque bien es verdad que podemos asegurar, con los resultados de las pruebas en la mano, que no parece existir nada potencialmente serio que amenace su vida, pero no hemos cubierto sus expectativas si, junto a la «feliz noticia» no le ofrecemos algo que alivie o cure sus despeños diarreicos.

Fuente: http://elmedicotraslaverdad.blogspot.com/2013/01/alteracion-del-ritmo-intestinal-y-v.html

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