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De cómo la información llega a ser poder.

La manera de alentar a los desfallecidos soldados alemanes atrincherados en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial era a través de las noticias de radio que su mando les hacían llegar sobre las aplastantes victorias que sus compañeros iban logrando en otros puntos del frente. Era prioritario mantener la moral haciendo creer que su ejército iba ganando.

De antiguo viene el conocimiento de que manejar la opinión pública es esencial para conseguir los fines partidistas, por muy deshonestos que sean. Fariseos y saduceos hicieron piña frente a Pilatos en la causa contra Jesucristo. E incluso para encontrar una excusa para declarar la guerra al que deseas expoliar, como con la pretendida voladura del acorazado Maine con la que Estados Unidos declaró la guerra a España para hacerse con el control del Caribe. En aquel entonces William Randolph Hearst (en quien se inspiró “El ciudadano Kane” de Orson Welles) y Joseph Pulitzer (sí, el de los premios de su apellido), ya se dieron cuenta de lo importante que era la prensa para hacer creer a la gente lo que estaban interesados en que la gente creyese. El control de la masa a través de los medios de comunicación no había hecho más que comenzar.

Durante mi paso por las fuerzas armadas, cuando era oficial en el ejército, nos dieron una conferencia sobre la primera guerra del Golfo o cómo ganar una guerra sin gastar en balas. En síntesis de trataba de hacer ver que en los enfrentamientos armados la victoria está del lado de quien tienen un sistema de comunicaciones más poderoso. Pero no en el sentido propagandístico como se había empleado en conflagraciones anteriores sino como herramienta capaz no sólo de interceptar sino también de interferir las comunicaciones del enemigo. Y así, si somos capaces de decir a las baterías del enemigo que lancen sus obuses sobre las coordenadas X e Y de manera que crean que es la voz del mando, conseguimos que disparen sobre sus propias posiciones.

Fuera del ámbito militar, la vida económica y la política están henchidas de rumores. No son noticias inocuas. Existe todo un trasfondo metodológico para soltar la noticia precisa en el momento adecuado. Incluso con coletillas de distracción: “Vamos a eliminar a diez mil negros y un chino”, dice un mafioso. Y otro pregunta extrañado: “¿Y un chino? ¿Por qué un chino?”. A lo cual el mafioso se gira hacia su compinche y le dice: “¿Ves como nadie se preocupa de los negros?.

Y la ciencia, la que en mi caso más me atañe que es la ciencia médica, lamento decir que no se encuentra a salvo de injerencias. Puede ser que al ser humano le resulte imposible hacerse con la verdad absoluta, al menos en esta vida. Y si no se cuenta con otra, entonces debemos asumir humildemente que la verdad es un trayecto, una guerra que cada día libra una nueva batalla. Los seres humanos cuando dejamos algo por escrito sentimos el anhelo de que aquello sea incontrovertible. Las obras literarias que consideramos como “clásicas” son aquellas por las que no pasa el tiempo. Son obras escritas hace años o siglos pero de cuya lectura podemos sacar provecho actual porque no han pasado de moda. Nada de esto sucede con la producción literaria científica que apenas se está escribiendo ya es obsoleta. Los artículos científicos tienen una vigencia cada vez más corta y los que conservan algún valor han de leerse en el contexto histórico de cuando se escribieron, con su encuadre temporal.

Hasta hace poco el paradigma de verdad era lo que tenía más visos de ser cierto desde el punto de vista estadístico, avalado por el ensayo clínico “aleatorizado” (ECA). El paradigma de verdad científica médica sustentado en los ECAs está a punto de caducar, no sin antes haber pasado una fase de declive y decadencia por los escándalos sobre manipulación de datos.

Sí, también a la ciencia médica le ha llegado la carcoma de la necesidad de sacar lucro de todo. Ha dejado de tener como objetivo principal la salud y el bienestar de las personas y ahora lo prioritario es que sea un negocio rentable. Bueno, en realidad esta tergiversación de objetivos no es de ahora, sino que arrancó hace muchos lustros. Lo que sucede es que ahora el descaro es tan grande que ya es clamoroso. Sobre todo porque está en juego la salud de millones de personas a quienes unos pocos miran exclusivamente como potenciales fuentes de ingresos.

Se pretende conseguir a través de las líneas de este blog una serie de artículos críticos y abiertos para que el lector adquiera autonomía frente a la actitud paternalista de la medicina, para que sepa lo que está en juego.

La publicación de este contenido ha sido autorizado expresamente por Dr Luis Benito de Benito.
Fuente: http://elmedicotraslaverdad.blogspot.com/

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