Cuando hace ya más de siete años escribía el opúsculo que abre este blog, poco podía imaginar qué pronto me quedaría tan lejos de mis originales sospechas. La ciencia ha avanzado y avanza a un ritmo mucho más vertiginoso de lo que preveía… en la dirección equivocada. Todos los ámbitos de la ciencia están tocados de un feroz mercantilismo hasta el punto de que nada debe leerse sin intentar ver detrás los intereses comerciales que esconde la noticia. Desde el comienzo de la era Internet se ha consolidado que la información es poder. Disponer de los medios de comunicación puede ser la herramienta más poderosa para manejar la humanidad. Si de emplean en la línea deseada, sirven para generar corrientes de opinión de las que “sientan cátedra”, y oponerse a la versión que todos los medios vociferan es tarea inútil. La sociedad actual hace años que ha claudicado en el debate sobre si existe una verdad, o siquiera, si algo es más cierto que otra cosa. Al fin y a la postre, el que defiende que existe una verdad es sospechoso de totalitario pues nuestro tiempo es ecléctico y el vulgo se apunta a eso de que la verdad es relativa.
La verdad viene a ser lo que la mayor parte de los medios de comunicación dicen que es verdad. Por eso el periodismo quiere hacer gala de su independencia luchando contra las opiniones unilaterales, dando una de cal y otra de arena, mostrando pluralidad, ecuanimidad. O al menos intentándolo. Pero la inmensa mayoría de las noticias son pagadas, tendenciosas. Al leer el mismo suceso en dos diarios de signo político diferente crees estar leyendo sucesos diferentes. Y lo que es más curioso ¡a veces sin faltar a la verdad! Como ejemplo podemos poner aquella anécdota que se cuenta sobre una hipotética edición del Grand National, la conocida carrera de caballos el hipódromo de Aintree. Como todo el mundo sabe, se trata de una dura carrera ecuestre en la que caballos y jinetes han de superar treinta formidables obstáculos a lo largo de más de siete kilómetros. La magnitud de los obstáculos hace que paulatinamente vayan cayendo competidores de manera que muy pocos llegan a la meta. Pues bien, se cuenta –es ficción- que en una ocasión, tan sólo acabaron dos jinetes que, por aquello de los chistes, fueron el americano y el ruso, por este orden. Los titulares de la prensa americana fueron elocuentes: “Gran éxito del jinete norteamericano en el Grand National que entró el primera posición. Los rusos quedaron los últimos”. Pero en la prensa soviética no se achicaron y pusieron en titulares: “Gran éxito de nuestro jinete que acabó segundo en el Grand National. Los americanos quedaron los penúltimos”. Y no se faltó a la verdad pero nadie supo por los titulares lo que de verdad sucedió en aquella disputada edición.
Al comenzar a escribir este blog lo que me mueve no es una cuestión de pulcritud, de querer dejar las cosas claras (si es que tal pretensión es posible). La búsqueda de la verdad abarca múltiples esferas. Los más escépticos ya considerarán fatua esta tarea y no querrán perder el tiempo en leerme. Pero quizás les pique la curiosidad conocer mi punto de vista cuando los temas que deseo ir tratando inciden en una esfera muy sensible para cada ser humano que es la salud, la propia salud. Porque lo que deseo es suscitar dudas, sospechas, generar preguntas más que resolverlas. Cuando hace siete años escribía el breve ensayo al que aludía, lo titulé igual que este blog, pero llevaba por sobretítulo: “O lo que más se parece a ella”. Con esto pretendía dejar claro que laverdad en medicina es un desiderátum, un límite al que tiende una asíntota allá en el infinito, amparado por la estadística. Pues bien, eso lo sigo sosteniendo pero siete años después tengo que decir que el concepto ha cambiado al albur de intereses comerciales. Y por eso no me queda más remedio que escribir.
La publicación de este contenido ha sido autorizado expresamente por Dr Luis Benito de Benito.
Fuente: http://elmedicotraslaverdad.blogspot.com/